miércoles, 2 de septiembre de 2020

Respira hondo

Solo tienes que inspirar profundamente, sentir como tus pulmones se inflan y levantan tus costillas, hasta el punto que están llenos, retén la respiración, siente el calambre en tus músculos intercostales, y mira con atención cada detalle, cada luz y su reflejo, la paleta de colores que bañan el día o la noche, siente las texturas con tus pies y la punta de tus dedos, siente las telas, la arena, el pasto, el agua, el suelo, recuerda el aroma que volaba en el aire, su perfume que congestiona tus pulmones, escucha los cantos a tu alrededor, el ruido de la vida, de los motores, de las olas, las aves, la música e imprimelo dentro del aire que estás inspirando, internalizalo en tu pecho, suspendelo en un momento sin respiración, retenlo y cada vez que inhales de la misma manera estarás de nuevo allí, en ese momento, rodeado por las luces, los colores, las texturas, el aroma y la música que viviste. Serán instantes pero volverás al momento que guardaste. Al momento que sientes de nuevo tus pulmones llenos, regresara a tí su aliento, su cintura, sus ojos, su voz,  y con ella, una parte de ti.