Es difícil estar aquí observando el reflejo de la vida sobre un rio muerto, cómo los arboles te juzgan con la brisa de la mañana, es difícil esconderse de tus temores en el bosque; Ayer murió otro y el día anterior a ese otro más, estoy en un bosque que se nutre de la droga y la sangre, -juro por apolo y panacea-
La primera vez que llego un paciente a media noche fue difícil no temblar al escuchar sus gritos a través de la puerta, porque no era una persona la que tocaba el umbral de mi morada, era la misma obscuridad que asechaba mi mente, -pongo de testigos a todos los dioses-
Rogó por piedad para que salvara su vida, pero no pude hacer que los demonios me soltaran, me encontraba ahogado en el miedo cubierto de sudor, es un sentimiento extraño.
Las palabras del paciente se convertían en gruñidos y el metal de la puerta sollozaba junto con migo, cada golpe oscurecía aún más la casa, la volvía mas histérica, las sombras se acurrucaban junto a mí, me susurraban al oído, decían que era mi hora de morir,- Dr., ¿Qué está esperando?, ¿no quiere saber qué hay del otro lado de la puerta?, no quiere toparse con él?, lo estamos esperando, -
-Me obligo a cumplir fielmente según mi leal saber y entender-
La primera vez que escuche su nombre estaba en el anfiteatro con mis demás compañeros, aquellos eran días claros, cromados
-David!
Me levante nervioso, mi futuro dependía de la localidad que escogería aquel día
- Catipoato-
Y desde ese momento había quedado confinado a este lugar.
Al principio conocerlo fue fácil, extrañaba a las personas que había dejado atrás, mi miedo alimentaba mis ansias de volver con mi familia, cada paciente que veía lo ligaba a algún recuerdo de mi propio Valhalla,
Cuando llegaba la Sra. Blansisfortis con su cabello plateado y su complexión robusta me recordaba a mi madre, como su cara se forzaba para lanzar una sonrisa fingida, y mientras buscaba algún medicamento para calmar sus males, volaba entre las nubosidades de los recuerdos viajando al pasado desde una farmacia, la última vez que me recordó a mi madre había llevado a su hija a consulta, tenía 2 días desaparecida y llego con ella a mi puerta.
La señora se veía nerviosa, sin la necesidad común que se tiene durante la consulta para largarse lo más rápido posible, su hija temblorosa combinaba con el aura de ansiedad de la clínica, note después de un momento de silencio que todo estaba muy callado, la Sra. se limitaba a ver sus manos intranquilas, y la niña parecía estar a punto de romperse a llorar cuando su madre se inclinó hacia mí, con sus grandes ojos se orientó hacia mi oído y escuche susurros de una boca que no se movía, -he encontrado a mi hija en lo más profundo del bosque, donde las luz no ilumina la realidad, donde él se esconde-
Me aleje abruptamente de ella, y la encontré aun nerviosa viendo sus manos temblorosas, los rayos de luz que entraban por la ventana, no iluminaban su cara, que se oscurecía mientras más levantaba la mirada, - quiero que la revise doctor temo por ella-, la coloque en posición ginecológica y la enfermera apunto la luz hacia su periné, la madre no me había dado ningún detalle, solo quería que la revisara, al separar sus piernas presentaba mordidas secas en la cara interior de ambas piernas así como en vulva, era como si los dientes estuvieran hechos por miles de agujas, sin ninguna característica humana, formaban semicírculos u óvalos en diferentes direcciones, algunas incisiones aun sangraban levemente, me horrorice al verlos, quise explicarle a la madre, pero ela lo entendió todo con mi mirada desconcertada, el cromo de la mesa sobre la que revisábamos a su hija se había llenado de caminos rojizos delgados, y goteaban a mi inerte pantalón blanco, estaba estupefacto cuando la escuche:
-¿cree que la haya embarazado Dr.?
Y mi mente dio un revuelo en sí misma, -tributare a mi maestro de medicina el mismo respeto que los autores de mis días-
Había conseguido un perro que se llamaba Triage, más bien yo lo llame así, solo lo dejaba enfrente de la casa en esas obscuras noches de Agosto y espantaba a los merodeadores. Siempre que la gente habla sobre la sierra hablan de los sicarios, los escuadrones de la muerte, los convoys, pero no era nada como eso, una noche se oyeron los truenos de un rifle, y Triage salió disparado por la noche, espere varios meses pero jamás regreso, había corrido con dirección al bosque, al bosque que el comandante de la policía el “Banda” me había dicho que no entrara de noche, mucho menos de día –De día tu puedes verlos a ellos, tal vez no te guste lo que veas-, le decían Banda porque era la manera en la que él se refería a todos los demás como un sustantivo multipropósito, en una ocasión, me había contado una anécdota, -imagínate banda iba en un traslado con civiles desarmado, y a plena luz del día un chico está parado a media carretera justo después de una curva, me frene como pude y me apunto con un rifle a través del parabrisas, levante las manos y cuando soltó el gatillo para indicarme donde me aparcara, Salí pitado de reversa, mi cuerpo se llenó de adrenalina cuando se hincó sobre su rodilla para obtener más estabilidad con el arma- siempre contaba historias así después de una unidad estándar de alcohol. Soñaba con las mordidas de aquella niña, ¿que se lo habrá causado?, cada vez que me hacia esa pregunta llegaban alaridos a mi mente, un sonido emitido por cuerdas vocales que no le pertenecían a un humano ni a ninguna cosa viva, soñaba buscando a Triage en el bosque pero la última noche fue diferente, desperté en mi casa de Chihuahua me levante pero mi cuerpo no estaba conmigo, todas las sombras se proyectaban mas allá de su forma física, las paredes y los objetos emitían ruidos perceptibles a simple vista, me encontraba totalmente a obscuras, pero escuchaba unos cascos contra el suelo de la habitación, como si algo se acercara a mí, trate de prender la luz de la habitación pero mis dedos no tocaban el interruptor, los cascos se habían detenido, la luz de la luna se infiltraba entre las cortinas e iluminaba a mis padres, inmersos en un sueño aplacible, solo notaba sus torsos, con movimientos respiratorios, como un vaivén vivo plateado que brillaba en la noche, de pronto se levantaron sobresaltados, y empezaron a gritar, eran gritos ensordecedores, gritos que nunca había escuchado a mi padre emitir, eran gritos histéricos, las paredes gritaban junto con ellos, desgarrándoles la garganta, trate de calmarlos pero no podía ver sus caras, y de pronto lo vi, inclinado ante los pies de la cama de mis padres, sin expresión alguna se acercaba lentamente a ellos mientras sus alaridos aumentaban, desperté como de tantas pesadillas confundido, pero parecía tan real, esa misma tarde me topé con la hija de Blansisfortis con un abdomen de 4 meses de embarazo en apenas unas semanas, la chica se encontraba como si nada comprando en el mercado para su “nuevo bebe”, se acercó y me dijo- ¿quieres hablar con él?, ¿quieres que perdone a tus padres?, pregúntaselo tú mismo- me miro como lo había hecho su madre en consulta. El número de mujeres que desaparecían en el pueblo iba en aumento, pero a nadie parecía importarle, simplemente se veía a todos danzar de la misma manera que lo hacían todos los días, como una sincronía desorganizada, esa noche las vi danzar alrededor de la hoguera, fue durante otro de mis sueños, esquivaba las sombras de las ramas de un bosque vivo, que respiraba al unísono, cuando lo vi, un punto resplandeciente al principio, como la cabeza de un fosforo humeante, se esforzaba por atravesar la penumbra de los árboles, pero al acercarse el ritmo febril de las llamas se sentía de una manera más penetrante, las cosas que se encontraban allí seguían el ritmo de las llamas, incandescentes se fundían con la sangre de los recién nacidos que derramaban sobre ella, la flama disminuía y aumentaba después de que aventaban el cuerpo degollado, inerte a la hoguera, la más grande de las mujeres recibía a los recién nacido, aquellos que apenas abrían los ojos por primera vez, lo veían a él, que se sentaba en medio del rito dentro del fuego, sobre las brasas, lo pude ver más nítidamente que en el sueño anterior, mas bestia que hombre, me miro mientras se comía el cráneo de un bebe agonizante, y supe que era lo que quería.
-evitare todo mal e injusticia-
Días anteriores a mi última cita con la Sra. Blansisfortis había llegado su hijo mayor, se sentó delante de mí y sacó su pistola de cachas plateadas, la coloco estruendosamente en el escritorio, ni siquiera tuvo que preguntármelo, sus ojos inyectados en sangre me decían que quería que le contara que le había pasado a su hermana en el bosque, su mirada no era amenazadora como la había esperado, se veía una tristeza penetrante, me le quede viendo fijamente y golpeo de nuevo el escritorio con su pistola, esta vez el estruendo me sorprendió.
-No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, guardare secreto sobre lo que oiga y vea-
Recordé esas cachas plateadas cuando acomodaba mi instrumental sobre la mesa, la hija menor de Blansisfortis de tan solo 13 años de edad con un abdomen de alrededor de 7meses, se encontraba amarrada a mi mesa de exploración, con las piernas abiertas de par en par, se mecía como un simio enjaulado, las risas pasaban a sollozos, los rezos a blasfemias, los gritos a susurros.
-En cualquier casa donde entre, no llevare otro objetivo que el bien de los enfermos-
Escuche las pick ups que se detuvieron frente la clínica, y con el espejo vaginal bajo la luz escuchaba los gritos en el exterior,
-David, ¿Dónde está mi hermana?
Mientras ella amordazada, gemía cada vez más fuerte
-¡David!, ¿Qué le has hecho?- Me senté sobre banco y vi su cara una última vez, su frente empapada en sudor, tenía sus cabellos dorados aderidos enmarcando dos orbitas a punto de explotar, me coloque entre sus piernas abiertas, ya no había tiempo para hacerlo de la forma fácil, se escuchaba como forzaban la puerta exterior.
-me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos-
-¡David!, ¡déjala!-
Sus gritos retumbaban en el espejo que le introducía a la vagina de su hermana, mientras ella se cortaba las piernas con los amarres que la sujetaban, pequeñas raíces de sangre brotaban de sus heridas.
-¡David!- pero aquellos gritos ya no venían de afuera, venían de mi mente, sujete con una mano el espejo y con el otro una legra, la introduje en la matriz-
-Entrégame a mi hijo- me dijo con la mirada entre las llamas, -entrégame a mi hijo-, mientras la materias gris de algún bebe que aún no aprendía a hablar se esparcía entre sus encías.
Cuando logro entrar al consultorio, su hermana tenía 20 minutos muerta, se había desangrado amarrada a una mesa exploratoria con las piernas abiertas, la pierna izquierda la tenía dislocada, como el ala rota de un ave, se notaba un deformidad donde debía están la cadera, con la piel adjunta al hueso estirada al límite, y su cara imprimía en el mundo de las fantasías una expresión de placer puro, una expresión que su hermano nunca olvidara; Mientras tanto, yo buscaba la hoguera de aquella noche, corría entre los árboles que se abrían ante mi sacrificio, me juzgaban como verdaderos entes del bosque, me seguían con sus ojos ciegos, sus caras inexpresivas relataban su aversión por mí, al llegar al borde de la hoguera él se encontraba solo, esperándome, su piel se confundía con la obscuridad y con las flamas de la fogata, alzó su mano hacia mí, me acerque con la bolsa que contenía los restos de un bebe que no conocería la luz, y cuando estaba a punto de tomarlo me sonrió con los ojos bien abiertos y se alejó lentamente hacia atrás en la penumbra, de pronto escuche - devuélveme a mi hijo-, y seguido a eso un martillo de guerra a mis espaldas, el trueno de un arma detrás de mí, un instante después un proyectil se abrió espacio por la carne de mi cuerpo, escapo por la jaula de mi pecho, y me desplome sobre la tierra maldita de aquel bosque que se nutría de sangre, derrame el contenido de la bolsa sobre la fogata, y se levantó una humareda que cubrió la luna cromada que nos miraba desde la inmortalidad, de pronto vi al hijo mayor de Blancisfortis con sus cachas plateadas sobre mi cara, el reflejo de las llamas que quedaban de la fogata bailaban en el metal de esa pistola y claramente dijo de nuevo, con la cantidad de rabia suficiente que puedes expresar en 4 palabras- devuélveme a mi hijo-. -Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, si lo quebranto y soy perjuro caiga sobre mí la suerte contraria-