lunes, 16 de marzo de 2020
es muss sein
Mandalay se volvió religioso de pronto, -Padre nuestro que estas en el cielo, danos hoy el pan de cada día y perdona nuestras ofensas- y entre cada verso el avión que volaba por la lobreguez de la noche daba saltos y bajones propios de una montaña rusa, una que a diferencia de su contraparte ociosa no contaba con rieles y se encontraba a una altura de 10,000 pies, - así como nosotros perdonamos a quien nos ofende- todas esas ideas libertinas y perversas se habían esfumado de la mente de Mandalay y mientras sujetaba con una fuerza desmedida el asiento de enfrente, su caída al vacío, en caso de ser así, seria inminente, la aeronave se abalanzaría hacia la noche mientras el terror desfiguraría la cara de sus pasajeros, volviendo a todos gritos y lagrimas, -no nos dejes caer en tentación- y entre tanto la voz de Mandalay llenaba su mente de promesas y versos que no recitaba desde hace una vida, y que esperaba lo liberaran de una muerte atroz -líbranos del mal, amen- que fácil es volver al camino de los justos.
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